Palabras de introducción

¿Willie o Willy?
¿Zegarra o Cegarra?
¿16 de enero o 16 de marzo?
¿1906, 1908 o 1912?
¿Con hijos o sin hijos?

Ni él, ni nadie lo tenían claro.
Pero todos sabemos quien es…
Da lo mismo, más años o menos años.
Da lo mismo con zeta o con ce.
Lo que tenemos claro es que era un personaje,
un personaje de la cultura.
Que vivió casi 100 años,
que su discurso era el mismo.
Y… que nos conoció casi a todos.





No pretendo escribir acerca de la vida de Willy Zegarra, ni hacer una biografía, ya que son tantos los años vividos y tanta la experiencia acumulada sobre su espalda que necesitaría el mismo tiempo de vida para recopilar todos sus datos, anécdotas, escritos y opiniones. Y nunca estaría terminada y completa.

Este libro que pretendía ser una investigación se me escapa de las manos por lo oneroso de la quijotada y sólo será lo que es, un tributo a quién fuera el más viejo de los actores iquiqueños, con el solo interés que su imagen no se olvide de la memoria, de ese alguien que para el teatro iquiqueño fue un estandarte.

Quiero más bien entregar la imagen del personaje popular y querido por los iquiqueños, tantas veces homenajeado, tantas veces entrevistado, tantas veces fotografiado, grabado y filmado por ser el ícono del teatro pampino y cuya imagen explotaba. Este es el Willy que me motiva mostrar, el Willy peculiar, el Willy artesano de su propia anatomía, ese Willy rezongón, ese Willy lúdico, ese Willy bonachón, ese Willy de los carruseles, de los letreros con letras desbordantes, el Willy de la pata de palo, el Willy poeta, el Willy “lacho”, el Willy farandulero, el de traje verde cata, corbata humita y tejano sombrero: el Willy, personaje del “cómic”, de la vida, el Super Willy Zeta ¿o Ce....?