Willy Zegarra, 100 años de teatro

Este blog tiene como objetivo entregar al usuario el libro impreso en forma completa. Para leerlo debe hacer click en los respectivos link de cada artículo que lo llevarán a las páginas de los capítulos en formato PDF.

"Vida, pasión y muerte de un saltimbanqui", es un libro, que surge de un trabajo de investigación y que pretende recuperar parte de la memoria en crónicas de prensa y entrevistas de don Willy Zegarra, quien fuera una de las figuras teatrales más reconocidas de Iquique, Chile.
Características del libro: Dimesiones 18X27 centimetros. Tapa semidura termo laminada brillante con solapas de 10 cmt. 6 separatas en couche con caricaturas a todo color. 192 páginas blancas. 23 fotografías en blanco y negro. Ilustraciones de Patricio Nuñoz E., Diseño y coloreado de Francisco Téllez P., Fotografías de Félix Manzo L.
Dedicado a todos quienes un día creyeron que contribuían a crear la historia y por anónimos el tiempo los olvidó.

Guil Ward
Para la Compañía de Teatro Viola Fénix participar en este proyecto que recupera la memoria de los hechos teatrales es parte de su propósito como ente cultural preocupado de la creación y de la investigación teatral.
Este es el tercer proyecto que da a luz, tal cual se estrena una nueva obra. Es un proceso que se va gestando poco a poco, idea por idea, luego se va materializando y teniendo cuerpo, -como sucede con la puesta en escena de un texto dramático- hasta que llega el día “D”.
Así fue el 2003 con “La Carpa Azul, una experiencia teatral” , en el 2005 con “Crónicas Teatrales, 25 años del Teatro del Norte, TIUN-TENOR” y hoy, en el 2007, recupera parte de la vida de un saltimbanqui. El Viola Fénix está vivito y sigue pariendo.

Indice

Presentación, página # 9
Introducción, página # 13

Capítulo I: Vida , página # 23
Zurciendo trozos , página # 25
Más allá del personaje , página # 51
Anécdotas, infidencias, chascarros , página # 87
Capítulo ll: Pasión, página # 93
Artículos de diario , página # 97
Historias salitreras, página # 118
Poemas , página # 131
Cuentos, página # 143
Capítulo lll: Muerte, página # 151
Artículos de diario , página # 155
In memorian, página # 173
Perfil psicológico , página # 184

Prólogo

Por Rodrigo Bazaes NietoDirector de Arte, Cine y Teatro

Licenciado en Arte / mención Diseño Teatral, U. de Chile. Iquiqueño. Sus trabajos más destacados son a la fecha, dirección de arte de las películas “Machuca” (2005), “Fuga” (2006) y de la obra de teatro “Gemelos”.
Intentar retratar a un ser humano es difícil. Razón de esto es que el arte, y en especial el teatro, nos ofrecen cuando menos movernos en la frontera de los “personajes”. Un personaje es la ilusión de una vida humana, pues la escena es -como diría con acierto Peter Brook-, “la aspiración de llegar a compactar vida, espacio y tiempo comprimido”.

La tarea se dificulta aun más cuando ponemos la mirada sobre una figura que se vuelve patrimonial, es decir un personaje público, y por qué no decirlo, también simbólico. Punto de fuga donde no pocos confluirán, creyendo dimensionar las cualidades y defectos de la vida en cuestión. Este es el primer propósito del camino tomado por este trabajo, intentar reconstruir un mapa sin que pudiésemos ser testigos fidedignos, e inevitablemente proponiéndonos, también, una síntesis mitificadora. ¿Será que vamos a necesitar siempre de los mitos?. Parece que sí.

Palabras de introducción

¿Willie o Willy?
¿Zegarra o Cegarra?
¿16 de enero o 16 de marzo?
¿1906, 1908 o 1912?
¿Con hijos o sin hijos?

Ni él, ni nadie lo tenían claro.
Pero todos sabemos quien es…
Da lo mismo, más años o menos años.
Da lo mismo con zeta o con ce.
Lo que tenemos claro es que era un personaje,
un personaje de la cultura.
Que vivió casi 100 años,
que su discurso era el mismo.
Y… que nos conoció casi a todos.





No pretendo escribir acerca de la vida de Willy Zegarra, ni hacer una biografía, ya que son tantos los años vividos y tanta la experiencia acumulada sobre su espalda que necesitaría el mismo tiempo de vida para recopilar todos sus datos, anécdotas, escritos y opiniones. Y nunca estaría terminada y completa.

Este libro que pretendía ser una investigación se me escapa de las manos por lo oneroso de la quijotada y sólo será lo que es, un tributo a quién fuera el más viejo de los actores iquiqueños, con el solo interés que su imagen no se olvide de la memoria, de ese alguien que para el teatro iquiqueño fue un estandarte.

Quiero más bien entregar la imagen del personaje popular y querido por los iquiqueños, tantas veces homenajeado, tantas veces entrevistado, tantas veces fotografiado, grabado y filmado por ser el ícono del teatro pampino y cuya imagen explotaba. Este es el Willy que me motiva mostrar, el Willy peculiar, el Willy artesano de su propia anatomía, ese Willy rezongón, ese Willy lúdico, ese Willy bonachón, ese Willy de los carruseles, de los letreros con letras desbordantes, el Willy de la pata de palo, el Willy poeta, el Willy “lacho”, el Willy farandulero, el de traje verde cata, corbata humita y tejano sombrero: el Willy, personaje del “cómic”, de la vida, el Super Willy Zeta ¿o Ce....?
Cuenta la historia que marca el tiempo, que entre la pampa y el mar recorría el desierto un hombre alto, delgado, con el pelo blanco al viento.

Tenía casi 100 años, le faltaba una pierna que remplazaba por una pata de palo que día a día él mismo reparaba para que no crujiera, ni le dañara.

Dicen que era un artista, que hablaba de poesía, que recitaba largas historias, que dramatizaba, que pintaba y hacía letreros, paisajes y telones. Dicen que también era titiritero. Un día cansado de caminar, de ser un juglar se puso su corbata humita voladora y un gran sombrero alón y descendió cerca del mar. Armó su carpa y se puso a actuar, contaba historias de un cuantohay, de la pampa, de los gatos, de los amores, de las corsarias, de que era un ángel, de que era un filibustero, hasta por ahí decían que era medio embustero. No se casó como Dios manda, pero tuvo amigas y mujeres, todas eran sus reinas, que vestidas como tal junto a él desfilaban en los pasacalles de carnavales. Como era un saltimbanqui que venía de Venezuela, casa acá no tenía.

Vivió por mucho tiempo en los altillos del entretecho de un teatro, y entre hendijas miraba a los actores que se transformaban al leer historias de Jorge Díaz, Sieveking, De la Parra, pero a él estas cosas raras no le gustaban.

El quería más gente, más música, más zarzuela, más alegría que contar tragedias. Y así el tiempo le fue cobrando la cuenta… y casi al llegar al siglo súper Willy Zeta ¿o Ce? se empezó a apagar, sus trajes se descoloraron, sus álbumes en una sola foto se convirtieron, y cuando él murió sus amigos casi no supieron… pero eso no es todo, ya que cuenta la muchachada que en las noches de estreno en esa sala de teatro donde él moraba, observa si su silla aún está desocupada.

Capítulo l: Vida de un saltimbanqui

“A don Willy le da por reírse de la vida. A los 94 años contrajo matrimonio sin decir “agua va”. El es un comediante por definición. Debe tener tantos diplomas y galvanos que se podría construir con ellos la casa que no tiene. Si cada uno de ellos fuera un billete don Willy no viviría de allegado. Los aplausos son su alimento. Su corazón es una inmensa sala de teatro llena de gente donde cada noche los pampinos bromean con la vida” [1].
[1] Bernardo Guerrero, Del Chumbeque a la Zofri: Don Willy for ever young, Capítulo 5, Iquique 1999.

Zurciendo trozos: la biografía

Escribir la biografía de un hombre centenario, es reconstruir a través de él la historia de un pueblo. En el caso de Guillermo Cegarra Figueroa es recuperar la memoria del teatro iquiqueño, del teatro pampino. No es posible separar al hombre del artista, ni al artista de su entorno, ni de la historia de su pueblo.

Las personas ligadas al ámbito cultural de la ciudad de Iquique conocen su vida desde su propia boca, otros la han conocido mediante reportajes fílmicos realizados por los audiovisualistas locales, como Marcos Luza[1], Jaime González Palleras[2] o los fotógrafos Pereira-Daza[3], y las innumerables entrevistas de prensa realizadas por distintos periodistas de diarios locales.

Este libro que pretende recuperar la esencia de un hombre bueno, de una vida dedicada al arte, debe en forma artesanal, zurcir tantos trozos dispersos para armar una vida lineal de un gran árbol fructífero, en que la savia que corría en sus venas sólo los más cercanos conocieron realmente, porque no era una savia común y corriente, era sangre.

Mediante la técnica del collage armaremos su vida y aclararemos lo que se pueda aclarar utilizando esas entrevistas, reportajes, identificando dónde, cuándo y a quién le contó trocitos de sí.

Así de trocitos a trocitos aprovecharemos de hilvanar a lo contado por Willy en una tertulia[4] en el año 90 para construir la biografía de don Guillermo, quien como San Sebastián tiene incrustadas en su piel las lanzas del teatro que han marcado la piel del hombre, del ser humano. Leer biografía acá.

[1] “Testimonios”, Video documental. Fondart 1999.
[2] Productora Niño de Piedra.
[3] “Iquique, huellas en el tiempo”, Libro de fotografías.
[4] “Tres décadas de teatro y un sainete”, Guillermo Ward, Ediciones Campvs, 1996.

Más allá del personaje

Cuando un actor ha dedicado su vida al arte de la representación y vive creando personajes distintos, se nos hace difícil saber quién es realmente en su intimidad, en lo cotidiano. Qué hay debajo del disfraz nos preguntamos. Pero las máscaras son parte del juego de las relaciones humanas que toda persona usa para ocasiones diversas, para protegerse, para darse valor. Para ocultarse también.

El ser humano no es siempre igual en todos los momentos, ni con todas las personas; más aún, las percepciones de los demás son diferentes, ya que son desde su punto de vista, desde su manera de percibir a los demás, desde su realidad. Nadie puede percibir lo mismo, sólo un consenso nos puede dar un perfil, una aproximación y aún así conocer al otro sólo en parte.

Muchas de las historias que contaba don Willy de su vida se repitieron siempre, como un libreto bien estudiado. Su permanente estampa de actor le permitía andar siempre con su cartita bajo la manga: poesías para recitar en cualquier momento, anécdotas de su vida para contar ante los micrófonos, incluso su biografía aprendida y contada sin errores, sin dar la posibilidad de adentrarse más allá del personaje. Siempre contó lo mismo, sólo que a veces eran versiones más cortas o más extendidas de su vida. Así lo conocemos por entrevistas en diversas revistas, en páginas web, en libros, en películas, en videos, en reportajes de televisión, en diarios.

Son muchas las personas que le conocieron, compartieron con él en lo cotidiano, en lo profesional, en lo humano, en lo sentimental y en lo solidario. Ellos y ellas tienen su propia opinión de cómo era este señor de antigua chapa y de memoria imbatible. Estas son entrevistas que dan la oportunidad al lector de conocer al hombre más allá del personaje.

Anécdotas, infidencias, chascarros

“Soy un hombre completamente feliz y agradecido con lo que he tenido. Aunque el teatro nunca me ha dado dinero, he vivido como he querido, nunca he tenido que buscar trabajo y tampoco he sabido lo que es pagar arriendo o cuentas a fin de mes” [1].




Cynthia Lineros, Actriz: Estaba en mi adolescencia y lo que voy a contar, en el momento en que ocurrió, me produjo un gran impacto. Llegué temprano a una de las funciones del Lazarillo de Tormes y me disponía a arreglar mi vestuario en el camarín más grande que había, que era para las mujeres. Entro intempestivamente al camarín y me encuentro al Willy montado, con los pantalones abajo, copulando con una señora bien gorda, en un largo sofá que había en ese camarín. En una mirada como panorámica me di cuenta que la pierna postiza la tenía arriba de la repisa de los maquillajes junto a los espejos. La impresión fue muy fuerte. El Willy ni me vio, ni me escuchó, claro que en fracción de segundos cerré la puerta y me fui para la sala a esperar para poder vestirme. La imagen que tenía del Willy se me trastocó por unos días, aquel hombre de cuento se me había convertido en una persona cualquiera, un ser humano que también fornicaba. Pero… en ese tiempo ya tenía como 78 años. Esta anécdota lo convirtió en un ser aún más extraordinario para mí.

Lea acá una serie de anécdotas, infidencias y chascarros -con don Willy- que relatan quienes lo conocieron.

[1] “El teatro siempre me ha dado satisfacciones”, Tania Sagredo. Diario La Estrella de Iquique, 22-06-1999.

Capítulo ll: Pasión de un saltimbanqui


Vivir con pasión: La pasión es impulso, ganas, compromiso, entusiasmo. Da energía para seguir adelante, pone las pilas.

La pasión es el combustible que permite lograr un objetivo difícil. Aunque esa meta parezca imposible, vale la pena el esfuerzo.

La gente que trabaja con pasión se pone la camiseta y la defiende con todo. El compañerismo también es pasión. Bastan dos personas para contagiar entusiasmo y crear un sentimiento de identidad. Siempre hay un factor común: compartir con otro esa alegría, como ese grito contenido por un gol que se grita entre muchos.

Vivir con pasión hace la diferencia entre ver la vida pasar y ser parte de ella. Es una herramienta para cambiar el curso de los acontecimientos, disfrutar cada instante y ser el protagonista de nuestra propia historia.
Amiel: "Sin pasión, el hombre sólo es una fuerza latente, que espera una posibilidad, como el pedernal, el choque del hierro, para lanzar chispas de luz."
Balzac: "La pasión y sus manifestaciones, es la base de la humanidad. Sin ella, la historia, la novela y el arte serían inútiles."

Anatole France: "Si se mata la pasión se mata con ella todo a la vez; el goce y el dolor, el sufrimiento y la voluptuosidad, el bien, el mal, la belleza y, por fin y sobre todo, la virtud."

Goethe: "Una pasión verdadera, transforma de pronto el adolescente en hombre."
La Rochefoucauld: "Muchas veces la pasión torna necio al hombre más cuerdo y cuerdo al más necio."

Vauvenargues: "Si la pasión aconseja, a veces, más que la reflexión, es porque da más fuerza."

El verdadero salario



“Hasta el día de hoy, me encanta hacer reír a la gente y me divierto mucho con ello” [1].

“Estoy feliz de continuar trabajando con la misma intensidad que la de unos veinte o treinta años atrás. Porque las tablas significan para mí la vida; creo que seguir laborando por el arte es una de las cosas más bellas que uno puede hacer”
[2].

“Hacer teatro es una de mis grandes pasiones y continuaré en ello hasta más no poder”
[3].

“Tengo una popularidad única en Iquique, estoy muy bien acá, creo que sería un error irme de esta ciudad, tendría que hacerme ambiente en otra parte y ya tengo 95 años pero creo que voy a pasar los cien años porque tengo buena salud”
[4].

“No hay nada más agradable para un actor que recibir los aplausos. Es para mí, el verdadero salario del actor”
[5].

[1] “El teatro siempre me ha dado satisfacciones”. Tania Sagredo, Diario La Estrella de Iquique, 22-07-1999.
[2] Willy Zegarra: El teatro es mi vida”, Pamela Izquierdo Contreras. Diario La Estrella de Iquique, 22-01-2001.
[3] “83 años al servicio del teatro chileno”, Pamela Izquierdo Contreras, Diario La Estrella de Iquique, 01-12-2003.
[4] “Eco Pampino”, Nº 17. Claudia Fernández 01-2003, www.albumdesierto.cl
[5] “Tres décadas de teatro y un sainete”, Guillermo Ward, Ediciones Campvs, 1996.

No me gusta el teatro moderno

“Ahora ponen una tela negra, lo único que falta es el cajón de muerto. No me gusta el teatro moderno, no hay escenografías, poca gente y cargadito a la maldad” [1].

“Don Willy es un crítico del teatro actual. Asegura que se ha perdido la comedia, género con que se identifica, y las ambientaciones que dan a las obras un potencial anexo. Falta más trabajo en decorados y en las interpretaciones”.
Asistió al Festival Upa al Teatro y su balance no es satisfactorio. “No me gustaron las obras y creo que falta más trabajo de actores, de montaje, de expresar ideas y para ello hay que esforzarse más”. Reconoce que en la ciudad el teatro es difícil de realizar, pero destaca que haya compañías y estudiantes que se atrevan. “Sin embargo hay temáticas que encuentro chocantes y bueno, tal vez es una nueva forma de ver la vida, pero no encuentro que sea la mejor en este ámbito”. Asegura que de las obras que ha visto en los últimos diez años, sólo “La Nona” le devolvió la emoción de antaño “y por eso hay que preocuparse más por el teatro” [2].

Respeto al teatro, dice que "las nuevas compañías no deben perder de vista consejos básicos y respetar el intelecto de sus espectadores". Añadió que ciertas variantes del teatro moderno no le agraden mucho, “porque se está utilizando y abusando de los monólogos, con escenografías muy sencillas, las que incluso muchas veces sólo utilizan de fondo un telón negro, lo que hace perder la plasticidad a la hora de presentar una puesta en escena. El verdadero teatro pasa por presentarle al público obras con más de seis actores en escena, con un cambio de vestuario y una escenografía bien confeccionada” [3].

[1] “Eco Pampino”, Nº 17. Claudia Fernández 01-2003, www.albumdesierto.cl
[2] Diario La Estrella de Iquique, 01-12-2002.
[3] “83 años al servicio del teatro chileno”, Pamela Izquierdo Contreras. Diario La Estrella de Iquique, 01-12-2003.
Referente a la inscripción de sus obras, a las que se refería constantemente que estaban inscritas en la Biblioteca Nacional, se investigó directamente en el Registro de Propiedad Intelectual (Departamento de Derechos Intelectuales) de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, de Santiago, y sólo hay tres trabajos inscritos:

"Margarita, el remolino de la pampa", con el Nº de inscripción 56.865, a nombre del autor Guillermo Cegarra Figueroa, con fecha 15/03/1983.

"Brujilda Maluenda", con el Nº de inscripción A-84.660, a nombre del autor Guillermo Marcelo Cegarra Figueroa, con fecha 20/10/1992.

"Pampa Mía", con el Nº de inscripción A-135.150, a nombre del autor Mauricio Guillermo Cegarra Figueroa, con fecha 18/09/2003.
Lea acá acerca de su producción teatral no registrada.

Escribió para la prensa local

Por un período de quince años estuvo constantemente enviando artículos con sus impresiones, críticas, mensajes e incluso sugerencias a las autoridades locales a través del diario La Estrella de Iquique. En ellos no sólo se preocupa del teatro, de estimular y hacer críticas técnicas a las compañías locales, sino también demuestra preocupación por la ciudad y la contingencia social.
Para la Revista Camanchaca, editada en los años 80-90 por el Taller de Estudios Regionales de Iquique, TER, Willy Zegarra fue uno de sus articulistas en varios ejemplares. Colaboró con artículos sobre el teatro, su vida en la pampa y su conocimiento acerca de la industria salitrera. Títulos como: “Artistas de las Calicheras”, “Recreaciones”, “Dos flores para un recuerdo”, “El teatro cómico”, “¿Es necesario el engaño?”, entre otros más.
Leer algunos de sus artículos.

Poemas, cuentos y artículos de autoría de Willy

¿Qué de qué me río? [1]
Qué le importa a nadie
de qué me rió.
Quizás mi risa sea
símbolo de amargura
o placer salvaje,
tal vez lo sea
pero yo me río.
Acá encontrará otros poemas y cuentos originales que no fueron publicados en su único libro de poesías ¡Pampa mía! y que se rescataron para este documento. Leer más...

[1] Versos de: Esta risa mía. Willy Zegarra. “¡Pampa Mía!”. Ediciones Campvs, Iquique, 2003.

Capítulo lll: Muerte de un saltimbanqui


En el Teatro Municipal

Era domingo 9 de enero del 2005, el funeral parte a las 10:00 de la mañana de la sala teatro Veteranos del 79, subiendo por calle Zegers y desviándose por el Paseo Baquedano hacia el Teatro Municipal de Iquique.

Un grupo de personas subió el féretro por las graderías hacia el foyer del teatro donde se llevaba a cabo el cuarto Festival Internacional de Teatro UPA. Allí fue recibido por los diversos actores de las compañías participantes en el evento y los actores locales quienes habían hecho una instalación artística consistente en una enorme humita azul y sombreros colizas formando un circulo que encerraba una antigua silla Viena, sobre ella una máscara y velas encendidas, las que no se apagaron hasta el término del evento teatral.

Luego de algunas palabras donde se remarcó que “Willie no era parte sólo de una institución, sino patrimonio de todos los artistas locales”, partió el cortejo al Cementerio Nº 3, con alegría, como él quería.

“Fallece una parte de la historia de Iquique” , Juan Torres. “No hay que llorar, porque los artistas se despiden riendo”, Payaso Rolly
No serían más de dos cuadras…

Lo que siempre me impresionó en don Willy fue esa imagen visionaria que él tenía de su propio funeral. Al sentirse tan querido, al participar en tantos eventos culturales y prestar siempre ayuda a toda iniciativa de esta índole, se sintió amigo de las tunas, de los carnavales, de los grupos teatrales. Entonces para él su funeral sería multitudinario.

Se imaginaba cuadras y cuadras de autos. Cuadras y cuadras de personas a pie, de juntas vecinales, de sindicatos, de sociedades mutualistas, de todos los grupos de teatro, de todas las tunas y estudiantinas, de todas las autoridades.

Su funeral sería un verdadero pasacalle: lleno de banderas y estandartes con “la banda de litro” a la cabeza y decenas de bandas escolares, payasos y serpentinas, una fiesta de la muchachada.

Pero no fue como se lo imaginaba, fue muy sencillo: se veló en un local de teatro, no hubo rezos y sus amigos lo despedían alegres.


“Tú eres uno de esos escasos seres humanos que mueren para nacer”
Guillermo Jorquera
Sólo tengo mi sombra[1]

Sólo tengo mi sombra
nada más en mi vida
siempre de mi parte
en la noche y en el día
proyectada en el suelo
ella es dulce consuelo.


[1] Willie Zegarra, ¡Pampa Mía!. Ediciones Campvs, 2003.
La prensa iquiqueña cubrió su deceso. Constantemente salía en los diarios locales información sobre su estado de salud. Los titulares daban a conocer la partida de quien fuera el personaje más pintoresco de la ciudad en los últimos años. Así también durante los días siguientes quienes los conocían ligado al mundo del teatro escribieron en la prensa artículos para despedirlo, agradeciéndole por haber entregado toda su vida dedicada al arte y a la cultura de la ciudad.

Epílogo: In memorian

“El día que me muera me van a tener que velar en un local de teatro, y me van a tener que hacer un show artístico, en vez de estar rezando, así lo he dicho yo, no quiero nada de rezos, quiero alegría”.
Guillermo Zegarra[1].

Después de su deceso vinieron varios homenajes póstumos. En forma especial las agrupaciones culturales, como el teatro, tunas y estudiantinas y el carnaval.
Sobre esto dan testimonio los artículos publicados en el diario La Estrella de Iquique del año 2005. Leer artículos relacionados aquí.

[1] “Tres décadas de teatro y un sainete”. Guillermo Ward, Ediciones Campvs, 1996.

Perfil psicológico

La personalidad de un hombre apasionado

Por Genoveva Gómez Varas

Psicóloga, Licenciada en Psicología de la Universidad de Tarapacá, Arica. Perito Forense del Servicio Medico Legal de Iquique, docente universitaria de las carreras de Psicología de varias universidades de Iquique.

He conocido sin mayores antecedentes que los que aporta este libro la increíble historia de un personaje iquiqueño, ficticio y real al mismo tiempo, tan simple y tan complejo como uno lo quisiera interpretar. Pacifista, generoso, líder, mito urbano, persuasivo y seductor, mujeriego, vital, optimista, alegre, excéntrico, amado y olvidado. Amigo de tantas mujeres jóvenes, austero, soñador, bohemio, demasiado humanitario.

Un hombre es lo que los otros representan de él y la historia de Don Willy Zegarra (con zeta, no con ce) descrita por otros carece de lógica. No hay más que la lógica de lo espontáneo, de una imagen que cautiva y que encanta. Una lógica transgresora de normas, a fin de llevar a cabo su pasión, sin un proyecto de vida más elaborado, que hacer lo que se desea y disfrutarlo. Leer artículo completo aquí

Por la memoria de quien hoy es historia

Ha pasado el tiempo. El viejito de pelo blanco, alto y flaco que era el estandarte mayor en las fiestas de la Municipalidad, ya no tiene esa sala teatro con su nombre, ni siguió representándose la obra que contaba sus historias. Ni una plaza, ni una calle de su Iquique -por ahora- lo recuerdan. Simplemente era un artista, nada más que un artista pobre y de enorme corazón.

Por eso que este libro no debe quedarse en los estantes entre sujetapapeles, debe correr de mano en mano, contarse esta historia más allá de la anécdota, del personaje, del mito, de la caricatura, porque es la memoria de un hombre que fue persona, actor, público y escenario.

“Esta es mi pasión, me encanta, además lo hago de manera voluntaria,
y prometo seguir haciéndolo hasta el día de mi muerte” (1)

FIN DEL LIBRO

(1) Diario La Estrella de Iquique, 23 enero del 2004.